Hoy tienes el
rostro de quien no sabe que ha matado a una estrella, y lo presientes porque
tus ojos brillan de inocencia, de inocencia táctica, oceánica táctica que
advierten la batalla.
Hoy tienes el
rostro de un avión perdido, una aeronave de papel que vuela allá, lejos, no
sabemos dónde encontrarlo, ¿ se encontrará hundido en selva y lodo? ¿O viajará
por los aires juntos a cuervos pálidos en busca del espantapájaros?
Tienes el
rostro de no haber tomado miel con leche ni agua de la tormenta que revivió a
los navíos del desierto, hoy tu sed es de cristal quebrado, riachuelo sin sueño
que no llega a mojar el nervio del tiempo, azul profundo.
Hoy, mi niña,
los dos tenemos los rostros de un animal torturado, lento y poseído por el
invierno, el rostro de los maniquíes abandonados y desnudos con la peluca gris
mal puesta, el rostro de los corderos sacrificados por berrinches de los
dioses, ¿ pero qué hacemos? Más que
llorar y llorar frente a nosotros mismos.
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