sábado, 27 de noviembre de 2010

Domingo viejo


Domingo viejo


Extraño las noches en que bebíamos leche y vinocon cerezas y muerte
En que tus piernas moribundas eran abrigo de gorriones extintos
Y tus labios (flor de la mugre) sabían a polen de las abejas viejas
Extraño tus mentiras que median el largo pensamiento de un difunto
Los mares que descifraban todas las vocales
El ocaso de los párpados que prefieren quedarse despiertos porque el valium no sirve de nada
Te extraño con los caireles semihúmedos y la caja de cerillos vacía
Cuándo decías: hoy hay huesos en la nevera y sólo el frío azotaba mis temblores
Extraño los viernes en que la música era un momento en que besabas el polvo del recuerdoen que niña y horizonte eran lo mismo que una eyaculación precoz
Tan mínima que preferías morir cada tarde para amanecer con la resaca de cada domingo viejo
Por eso tu vomito era un acorde ligero de jilguero ronco que anunciaba la luz
Extraño la urticaria de tu cuello y el silencio de mi mano muerta
Cuando tocaba la sonata del desvelo en los muslos de una difunta mañana




Arturo sodoma

No hay comentarios: