(Fragmento)
La tarde huele a otoño que se rebela contra el mundo
Rosalía camina por
las horas y por las hojas de silencios pasados
Ella ve el cielo
sabe que la lluvia venidera no podrá limpiar el lodo
que se forma por el rimel roto de las muchachas
que dejaron su ímpetu en una gillette
y por los ancianos
que fuman en los parques y vacían todas sus cenizas
en las plantas
La tarde huele a Rosalía
A mar nocturno evaporándose hacia las estrellas
A las palabras que dejan los colibríes tras su vuelo
violento hacia el primer fuego del día
La tarde huele a las flores que se utilizan para limpiar los
cuerpos de los que se esconden debajo de un puente para no morir de insolación
Rosalía está ahí
su mirada descansa junto la de un perro que ha cruzado el
océano
para encontrarse con la sombra de las parotas
ha viajado tanto que sus pies conocen el rencor y la
historia de cada hombre
el dolor de las patas de los grillos que brincan de hoja en hoja para no ahogarse
en los imperiosos charcos de la ciudad
él tira su cuerpo a los pies de ella
como cuando caen los sueños que nunca se cumplieron
hoy es otoño y también es Rosalía largamente dormida
navegando como agua de un ciclón
con ojos que observan la sed del destino …
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