sábado, 16 de enero de 2010
sumo (a lucas)
De niño vi a un pájaro agonizar sus ojos eran veleros que iban hacia el río
Un charco de sangre arrulló a las pupilas del gorrión
y un gato maulló con las alas en el hocico
(la muerte no sabe bailar tap ella baila con los huesos de los hombres que hacen la guerra)
(la muerte no baila mambo ella baila el dolor de las sonrisas rotas)
Por eso no no quiero asomarme a la ventana y ver como dios sacrifica a sus hijos
Ni ver a sus hijos sacrificar a los hijos de sus hijos
Mejor no
prefiero no hablar de ciertas cosas
NonononononoNO
Mis dientes se irán al infierno y mi alma caminará sobre las cenizas de un avión que caerá por el suspiro de un ángel
Ahí los extremistas no tendrán la culpa
Yo estaré en primera fila para ver el estallido y quedarme ciego de tanta luz divina
Al siguiente día cielos huérfanos me esperaran para acariciar mis estigmas
Por eso no
Prefiero no hablar de ciertas cosas
nonononononoNO
no quiero hablar del estrés que me provocan tus dientes marchitos
no quiero oír tus canciones que les cantas a los niños muertos
no quiero caminar a tu lado y sentirme poseído
no quiero caminar a tu lado y sentirme poseído
No quiero saber más de las galaxias en caos
Ni del amor Light en tus piernas rojas
No quiero saber más de la nostalgia infinita
No quiero volver a llover en el desierto
No quiero volver a llover en el desierto
NononononoNO
Este mi país que se hunde en el mar de las ilusiones
Este es mi mundo que se hunde en el mar de las noches
Mi jardín celestial tiene silencio y arde
Mis musas se han caído al infierno
Mi mujer vomita miedo
Y todos temblamos
Pero no mejor no hablar de ciertas cosas
NonononononononNO
¿Quién llama desde la oscuridad?
¿quién es el que canta de noche?
Quién muere en nombre de Dios
Quién soy yo
Quién soy yo
QUIÉN SOY YO PARA PREGUNTAR EL NOMBRE DE LOS DIFUNTOS
Quién eres tú
Quién eres para molestar el sueño de los muertos
Pero no mejor no hablar de ciertas cosas
Prefiero callar porque aquí todos desaparecen
Mañana mi perro será secuestrado
Mañana mi gato será torturado
Mañana mi voz será castigada
Y lloraré como una orquídea en el vacío
Desaparecen los hijos de la tierra
Las mujeres de sueños cansados
Desaparecen las muelas y la moda que muta
También los hombres del mañana tendrán arrugas en el corazón y desaparecerán
Como ahora desaparece
El sonido
Hoy vi a un pájaro morir tenía la voz cortada
y sus ojos Reinaban con demasiado júbilo que llamó la atención de un demonio
Y los dos se hicieron amantes
De ellos nació la flor más bella
Y hombre y mujer la cortaron
Y así comenzó la destrucción del mundo
Ahora el fuego es demasiado grande y azul
Que prefiero no hablar de ciertas cosas
Un arlequín sueña con ser payaso
Pero yo
Yo quiero ser tormenta y gotear en tus muslos
Mejor no hablar de ciertas cosas
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1 comentario:
Pal Sodoma:
Amar a Magdalena...
Su apariencia cotidiana en las calles era como la de otros tantos millones de personas más circulando en contrasentido de los señalamientos de tránsito en los semáforos.
Manifestaba con su cara y sus gestos de trajín
(como todos),
la misma prisa, la misma urgencia de llegar a su destino
(lejano y bestial),
el mismo resentimiento sin causa aparente contra causas aparentes y comprobables solo por la dialéctica del sinsentido común y la descalificación del probable y presunto enemigo.
Bajo sus afeites de persona usual y corriente,
nadie podía imaginar lo que en realidad se escondía dentro sus botas rojas de casquetes polares
y su gabardina violeta con añoranza de vuelos espaciales.
Secretamente amaba a los hombres de uniforme
(confesaron en su biografía inconclusa algunos de sus amantes vestidos de verde camuflaje pero evidentes enemigos de policías y milicos).
Aunque también
(dicen los que le conocieron),
lloraba profusamente cuando alguien no ponía atención a sus afanes.
Sus críticos y detractores afirmaban que ambos actos
(amar y llorar),
eran reminiscencias pueblerinas,
pero bah, a quien le importaba eso,
cuando Magdalena salía de noche desnuda de fervores y dispuesta a entregarse al mejor postor.
Por las noches no le hacían falta esquinas ni calles con nombres extranjeros o rimbombantes,
bastaba un trío de tragos
(de preferencia alcohol maltés),
alguna provocación indecente y por supuesto billeyos verdes de por medio
(en tiempos de crisis y pesos flotantes, siempre son más seguros, los billetes que en dios confían como moneda de cambio),
para corromper su voz y sus vocales
y convertirse en la suripanta que cada noche golfamente emputecía de amor, alabando con su vientre la más brutal y honesta poesía carnal que ningún poeta maldito pudiera concebir si no era entre sus piernas.
Lucas Matus
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