jueves, 19 de junio de 2008

Poesía de principio de siglo o vestirse con ropas que no nos pertenecen

Poesía de principio de siglo o vestirse con ropas que no nos pertenecen



Si empezara con la preguntas de siempre, este escrito sería un reciclado de lo que ya se ha dicho. Por lo cuál, no empezaré con preguntas como ¿qué es la poesía?, ¿la poesía es un arma cargada de futuro?, o la tan sonada entre los poetas: ¿qué fue primero el ritmo o la imagen?, etc. Por lo tanto, entraré de lleno con una cita de Roberto Bolaño considerando que a las anteriores cuestiones ya les han dado respuesta a lo largo de los siglos. Bolaño, en su escrito “La nueva poesía latinoamericana” para la revista Plural, indica que:

Por un lado escriben los jóvenes decentes, los de la cotidianidad de toilette, los caligrafistas, los que buscan un status de escritor. Por el otro están los anarquistas, los poetas narrativos y los nuevos líricos marxistas, los vagabundos, los que viven poesía, los que se pasean vestidos de erizos por la cotidianidad pequeño burguesa, a los que les importa un comino el oficio de escritor.[1]

Considero que hablar de una poesía latinoamericana pura sería, más que un error, una blasfemia. Sería desdeñable expresar que hay una conciencia en común entre poetas que comparten la mitad de un continente y mucho más coincidir en que América Latina tiene una voz amalgamada, uniforme. No obsta señalar que la riqueza poética de Latinoamérica del siglo anterior es en sí una gama de multicolores y un banquete de aromas y sabores que van de la vanguardia más esquizoide a la beta clásica de manera que, aún, nuevas generaciones han optado por esa línea.
Bolaño, al enumerar todas esas posibilidades de poeta contemporáneo, se refiere a que no hay una identidad verdadera, una identidad poética latinoamericana. Asimismo afirma que hay división entre los poetas y más entre los jóvenes, pero sí existe una multiplicidad que se ha sometido a los parámetros oficiales y no oficiales, es decir, una diversidad imitadora.
¿Pero la juventud del nuevo siglo necesita imitar? Es obvio que: Toda creación literaria consiste en un tránsito hacia el pasado. Poetas y narradores escriben desde lo ya escrito. Todos reconstruyen a partir de lo construido. Y la historia de las letras es el devenir de una tradición en que las voces, estilos, registros, y cadencias son el sustento de la literatura del presente y de la que se avecina.[2] Si consideramos que difícilmente se podría suscitar en pleno siglo XXI un escrito del todo original y que la influencia de los autores de décadas y siglos atrás fueron los que aportaron la tendencia a seguir y los que la destruyeron –la tendencia–, no veo por qué no seguir influenciándose con ellos. Aunque influir es el poder o la autoridad que ejerce alguien para con otras personas, si hablamos de influencia poética, podríamos decir que ciertos textos o poetas ejercen poder y autoridad hacia nosotros, hacia nuestra obra, hacia nuestra poesía. ¿Es necesaria esa influencia?
Bolaño divide en dos líneas bastante heterogéneas a los poetas latinoamericanos que, por un lado, tienen a los:

hijos de Paz, en México; a los hijos de Girri, en Argentina; a los pésimos parrianos, a los peores nerudianos, a los definitivamente perversos rokhianos, en Chile; a los Cobo Borda trepadores (como diría Scott Fittzgerald), de Colombia; a los jóvenes poetas de la República del Este; de Venezuela; a los hijos de Stalin y Westphalen, del Perú; a los exterioristas católicos, de Nicaragua, etcétera.[3]

Por el otro lado, Bolaño indica otra tendencia de poetas que define como:

un hit parade internacional, que agruparía gente muchas veces contraria entre sí, pero emparentada en un primer punto: la poesía ya no como un cubículo universitario, ya no como un flujo circular de información, sino como una experiencia viva, lenguaje vivo, autopista de cabellos largos.[4]

Estos últimos, agrupados en la poesía subterránea, en la no oficial, en la poesía que se hace en una pulquería y no en un salón de clases de la SOGEM de la UNAM o de la UACM.
Si hacemos referencia al año en que fue escrita La nueva poesíalatinoamericana de Bolaño, nos daremos cuenta de que de eso ya hace más de treinta años; también nos daremos cuenta de que las influencias siguen y de que el cargar con nombres tan pesados como el de Octavio Paz acarrea consecuencias tales como tener Octavitos por todas partes y el que las influencias no tan sólo se quedaron en el escritor de Piedra de sol, sino que también, hoy en día, encontramos Bolañitos y Marios Santiaguitos en el ámbito poético local. Asimismo, encontramos que poetas mayores o poetas menores en sus talleres hacen mini-clones de su persona con sus alumnos y que la poética latinoamericana no se rige con conciencia plena de estética homogénea, sino de individuales intentos de agrupar o de influir a la mayoría de los poetas jóvenes.
Es por eso que la nueva poesía latinoamericana de principio de siglo debe estar consciente de que sin influencia no llegaría muy lejos, pero también debe desembarazarse de las imitaciones y encaminarse hacia una nueva propuesta que tal vez se obtenga con base en una fusión de tesis y antítesis de clasicismo y vanguardia.[5]
Es necesario conocer y darle su mérito a cada una de las voces pasadas, leer y releer hasta tener un cimiento de conocimiento indestructible; después, romper con la catacresis imitadora y seguir con una propuesta tal que traerá consigo nuevas ofertas y nuevas fórmulas poéticas.
Proponer no es igual a imitar; imitar es igual a vestirse con ropas que no nos pertenecen.
Aunque reitero que también es valiosísimo subrayar que la nueva poesía ya ha dado frutos en este comienzo de siglo y entre muchos poetas jóvenes, ya no encontramos esas voces forzadas e imitadoras del pasado; hay propuestas frescas a las cuales se debe apoyar y, en su medida, dispararlas hacia todos los rincones.



[1] Roberto Bolaño, “La nueva poesía Latinoamericana”, consultada el 21 de enero de 2008 en http://www.elinterpretador.net/31RobertoBolano-LaNuevaPoesiaLatinoamericana.html.
[2] Rodrigo Martínez: “Dylan y las ballenas o la transfiguración del poeta”, en Viento en vela, México, X, 2, 26.
[3] Roberto Bolaño, op. cit.
[4] Ibid.
[5] Véase mi “Manifiesto fusionista” en: http://arturosodoma.blogspot.com/.

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