martes, 3 de enero de 2017

Tus ojos



                                                


Verde umbral por donde viajan los esqueletos de las nubes,
 café  de tierra con olor a mar de amatista.

Por tus ojos pasan las palomas mensajeras con las cartas de amor a las víctimas de la guerra,
pasan los huracanes y muelles de países que estuvieron escondidos bajo el ala de un colibrí.

Pasto de luz: tus ojos mueven al mundo,
lo aclaran,
 nieve que copula con la madera y el oleaje de fondo.

Mirada a mirada el cosmos se entreteje frente a tus ojos.
Unión de arcilla y aurora boreal,
el cielo desbándese y cae un pedazo,
pupilas  como jaulas encierran la paz y el alpiste,
pupilas malabares,
albatros que aterrizan en carreteras largas provenientes del diluvio.

Aceituna,  ojos terroristas.
Ahogado me vuelvo hacia el iris, sepultura  de crisoles y lunas que cuelgan como collares en lo infinito,
 debajo de las ramas los grillos se despiden cortándose la piel al entonar el chillido de sus patas, eclosionan las estrellas,
 tu mirada pertenece al gris de las rocas que en silencio caen sepultando la oquedad que nos vende las trampas de la vida. 

Esos dos ojos son las tardes de noviembre, ellos tocan el aire, el pico de los pinos, 
beben agua sagrada,
gotas de noche, caminan sobre los lagos  y  llueven.

Tus ojos: bosques milenarios en donde las aves alojan el canto de los colores.
El infito reza,  tus ojos anidan:
                                               mueren.




















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