miércoles, 24 de octubre de 2007

Mujer que observa desde la ventana de la cafetería a un vagabundo

Es verdad, la lluvia no sabe distinguir
entre hombres tristes y perros felices,
como yo no sé distinguir,
el olor de la fatalidad,
al olor de un jugoso racimo
de ternura, en los ojos
de la mujer que contempla
los labios hambrientos de un vagabundo,
mientras come croissant.

Que pena la de ser un rascacielo
y no saber hacia dónde moverse,
si se da un paso se retroceden dos,
para luego quedarse inmóvil por un siglo.

Es verdad, al viento cuando sopla le da igual despeinar árboles,
que tirar postes de luz o llevarse
uno que otro sueño de los tendederos,
yo cuando lloro, no sé si son
lágrimas las que caen,
o si es el sudor de la desesperanza
que hospedan mis ojos.

Es verdad, no sé si voy o regreso,
¿cuál es la izquierda y cuál es la derecha?
no sé diferenciar a las vacas de las mulas,
las tortugas ninjas de los patitos feos,
para mi todos son iguales,
ni me interesa el resultado de la raíz cuadrada
de la palabra equidad,
no tengo en la memoria un poema de Neruda,
no llevo flores a la primera cita ni a la última,
me es totalmente indiferente la bolsa de valores,
o el anarco comunista que grita
en el zócalo, “muera el capital”
Es verdad, soy un estafador, un pirata oportunista,
y mentiroso de profesión,
nunca digo hola y siempre me despido,
pero, verdad de mis verdades,
es que la amo,
mujer que contempla la lluvia,
mientras come croissant.
hoy no tengo nada que decir y aún así escribo

martes, 16 de octubre de 2007

ausencia de ti


Calle poética


¿De la calle se puede recoger poesía?
Ricardo Rocha en entrevista al grupo de
Rock “La Barranca”


De la calle se puede recoger polvo,
se puede sembrar silencio
y cosechar sangre,
se pueden recoger rocas,
sueños,
ciempiés,
papel picado,
fotos,
fotos mudas,
fotos de colores,
fotos vagabundas.

Se pueden recoger borrachos,
demonios,
hombres que se tapan la boca,
mujeres que se tapan los ojos.

Se puede recoger poesía
y estirarla hasta comprobar la ley de Hooke,
palparla como papaya madura,
morderla, sentir su jugoso cuerpo
entre los labios,
pisarla cual cucaracha
que truene,
que manche el piso,
azotarla hasta que grite
porque la poesía grita,
llora
y mendiga la comida.


Se puede recoger poesía
de las aguas negras,
las 24 horas de la calle,
en la mañana como baba de
almohada
en la tarde como estrés de
oficina
en la noche como puta
sin destino
ni maleta,
en la madrugada es la resaca
la resaca de la vida
de la vida en la calle
de la calle que es poesía.

Se pueden recoger hojas,
notas musicales
saxofones en la oscuridad.
hojas secas, hojas nocturnales,
golpes de odio,
golpes de amor,
preguntas y explicaciones,
viento contaminado,
el perro callejero que ladra:
god, god , god,
la señora que mata viejitas
porque no tuvo madre,
el río de las palabras,
el río Mixcoac,
el torrente de Paz,
el torrente sin agua,
el torrente de las letras,
el torrente de la soledad,
los espejos rotos,
los charcos que se quiebran
con las gotas del cansancio,
el testimonio de las avenidas
que a diario cuentan
leyendas de transeúntes opacos.

De la calle se puede recoger
pan, el pan de los muertos,
el de harina sagrada,
el que lleva azúcar en los huesos,
el pánico de los vivos
los que llevan en las venas
la desolación de la historia.

En la calle hay metáforas,
arquitectura en movimiento,
piernas que son sinalefas,
bocas que son aliteraciones,
pies morenos de ensayos prolongados
o pies tímidos descalzos,
remolinos de pantorrillas
en el sendero de los subterráneos.

En la calle se pueden recoger
toda clase de flores,
la flor del no me olvides,
la amapola de la tristeza,
se puede recoger un poema en cada cuadra,
a cada metro de pavimento,
letras y letras,
polvo poético,
el polvo de la desilusión urbana,
el polvo de la calle.
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