jueves, 15 de diciembre de 2016

Perdona por nacer en la misma noche






Por lo demás, en una casa grande no sólo
hay vasos de oro y de plata,
sino también de madera y barro:
 y de ellos son para usos decentes,
otros para usos viles y bajos.
Así sucede en la Iglesia
                                                   Epístola segunda del apóstol San Pablo  a Timoteo 2, 20





Perdóname Señor por escupir al cielo y manchar la frente de mi prójimo
También perdona a los que se suicidan por las mañanas por que nadie les dio el diezmo del amor
A los que matan en nombre de la patria y en tu nombre
A los que no llegaron a tomar el tren y se quedaron quietos en el tiempo
A los que se hundieron en el mar a buscar sirenas
Perdona a los lujuriosos a los  que cometen el pecado de gula y de soberbia
Perdona a los alcohólicos que blasfeman cuando su aliento es una súplica confusa
Perdona a mi padre y madre por haber parido un cementerio
A mis hermanos por ser mis hermanos
A mi vecino que llora toda la noche por que el cáncer lo ama
Perdona a los travestis que se visten de vírgenes y van por la calle haciendo milagros
A los Palestinos porque ya no tienen en dónde vivir
Perdona a nuestro mar porque de azul se convirtió en negro
Perdóname señor porque no sabía lo que hacía
Porque cuando camino por las calles derramo tristeza
Por odiar a los espejos y los charcos de lluvia
Por enamorarme de los maniquíes y de las estatuas que mueven sus ojos indicando el horizonte
No sabía que por morir cada domingo cometía el pecado de la resurrección
Nunca entendí por qué le daba de beber al alma vinagre en vez de vino
Ni siquiera supe porqué hincado me fui hacia las coladeras a buscar ratas muertas
Soy un perseguidor  del lamento
 me parezco  a aquél hombre que se siente en el techo de su casa para admirar a los autos y a la gente que sigue y sigue hasta que un día no vuelven
a pasar frente a su mirada
Perdónalo a él y a sus semejantes
Ellos no saben que asolearse provoca rencor y quemaduras en el corazón
Todos somos culpables de la angustia que sienten los niños cuando nacen
De la paranoia de los mimos
del ruido que se escucha dentro de una botella vacía
acepto la culpa que me corresponde
por abrir los labios cuando tenía que callar
por cerrar la boca cuando tenía que abrir los ojos
por mi culpa
por mi culpa
por la estúpida culpa
el pecho tiembla y se derrumba como catedral olvidada por sus fieles
por mi culpa Señor los veranos son huérfanos
y los inviernos nacen sin nieve
perdóname señor y perdónalos a ellos
que también son hijos de la misma desgracia
del mismo dolor
y de la misma noche

























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