miércoles, 24 de octubre de 2007

Mujer que observa desde la ventana de la cafetería a un vagabundo

Es verdad, la lluvia no sabe distinguir
entre hombres tristes y perros felices,
como yo no sé distinguir,
el olor de la fatalidad,
al olor de un jugoso racimo
de ternura, en los ojos
de la mujer que contempla
los labios hambrientos de un vagabundo,
mientras come croissant.

Que pena la de ser un rascacielo
y no saber hacia dónde moverse,
si se da un paso se retroceden dos,
para luego quedarse inmóvil por un siglo.

Es verdad, al viento cuando sopla le da igual despeinar árboles,
que tirar postes de luz o llevarse
uno que otro sueño de los tendederos,
yo cuando lloro, no sé si son
lágrimas las que caen,
o si es el sudor de la desesperanza
que hospedan mis ojos.

Es verdad, no sé si voy o regreso,
¿cuál es la izquierda y cuál es la derecha?
no sé diferenciar a las vacas de las mulas,
las tortugas ninjas de los patitos feos,
para mi todos son iguales,
ni me interesa el resultado de la raíz cuadrada
de la palabra equidad,
no tengo en la memoria un poema de Neruda,
no llevo flores a la primera cita ni a la última,
me es totalmente indiferente la bolsa de valores,
o el anarco comunista que grita
en el zócalo, “muera el capital”
Es verdad, soy un estafador, un pirata oportunista,
y mentiroso de profesión,
nunca digo hola y siempre me despido,
pero, verdad de mis verdades,
es que la amo,
mujer que contempla la lluvia,
mientras come croissant.

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